Los prohombres de la patria, cuando son unos Don. Nadie: sin apellido, sin fortuna, sin títulos, sin poder político; acuden, cubiertos con piel de ovejas; pero por dentro, son unos verdaderos lobos, al pueblo.
Los presidencialistas, alcaldes,
asambleístas, intelectuales, académicos, constitucionalistas, prósperos
banqueros, exitosos empresarios; muchísimos de ellos, pronto se olvidan que no
son más, producto del aborto del populismo; de ese pueblo, que luego los llegan
a odiar, y los juzgan como un pueblo: ignorante e incapaz.
No se dan cuenta, que, el pueblo es el
reflejo de sus gobernantes; con la única y gran diferencia, que el pueblo: es
el que trabaja y paga impuestos, y los
gobernantes, son los que roban y condenan a los pueblos a la miseria.
Cuando lo que se roban, bien podrían
invertir en educación, salud, invertir en proyectos de emprendimientos, obras
básicas: Estudios de ciudadelas, y pueblos, con todos los servicios básicos
(carreteras de primer orden, agua potable, alcantarillado, electrificación,
servicios de comunicación, internet); son los traficantes de tierras, con la
complicidad en mucho de los casos de funcionarios de los gobiernos de turno,
que intervienen para crear nuevas ciudades, que los nuevos residentes los
convierten en esclavos, que tienen que trabajar; dos tres generaciones, y los
condenan a vivir en la miseria; mientras estos delincuentes, se enriquecen y
con esa plata se colocan en puestos públicos, inclusive de elección popular;
donde tienen poder y nombran a sus jueces y hasta fiscales; para presionarlos,
perseguirlos, cuando pretenden rebelarse, hasta los desaparecen.
La democracia para los sectores populares,
que vivimos en estos sectores sociales; se ha constituido, en el medio para
alcanzar la impunidad de la delincuencia organizada del estado, para sus actos delictivos y criminales que
cometen para alcanzar enriquecimiento ilícito, a nombre de los sectores
populistas.
No habrá cambios, si los académicos,
políticos, los medios de comunicación, que juzgan y condenan con sus
comentarios, sesgados; siempre defendiendo aquellos que estuvieron en los
gobiernos: unos se fugaron, y luego de un tiempo aparecen como prominentes
hombres y ejemplos de honestidad; otros
personajes que se vuelven fantasmas; se convierten en financistas de campañas; para
luego hacerse de grandes contratos de obras públicas, con sobre precios.
Al final los populistas, tenemos que pagar los
robos de los señoritos, que aparecen en cada campaña electoral, ofreciendo
milagros.
El pueblo salve al pueblo; porque de los
gobernantes, hasta hoy, sólo nos dan
malas noticas… que el robo y el crimen es incontenible.
Nemo
Domínguez Mejía
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