La clase política vieja, que se resiste
extinguirse: perniciosa, corrupta; son ellos
mismos lo que han engendraron y han reproducido; esta nueva clase política que
nos gobierna; sin moral y ética.
Y pretenden hacerse que reniegan y juzgan sus
nefastas actuaciones: corrupción, impunidad, crímenes de lesa humanidad; que
nos están llevando al desastre y tragedia
de los pueblos del planeta.
No pretendemos irnos más allá, cerrados los
ojos, hacernos los inocentes de todo cuanto nos está sucediendo; cuando somos nosotros
los responsables directos de todo lo que sucede.
Por hacernos los sordos, los ciegos y
habernos quedado en silencio o decir como no es conmigo, que me puede importar,
desconociendo que en el futuro, si nos afecta directamente, todo aquello que le
suceda al pueblo.
Es verdad, que en muchos casos, el silencio
puede significar: prudencia, en otros
momentos: imprudencia y hasta cobardía, convirtiéndonos cómplices directos de los actos de barbarie y corrupción de los
gobernantes de turno.
Que de no ser capaces en el momento que están
cometiendo los actos negativos contra la sociedad y pararlos, puede ser demasiado
tarde; ya se cometieron los hechos
delictivos, y quizá hasta se fugaron.
Las sociedades, reclaman actuaciones:
transparentes y honestas de sus gobernantes, no aquellas viciadas de
actuaciones inmorales y sin ética, que nos están llevando a los desastre; como
los que estamos viviendo: pobreza, hambre, muerte; mas parecieran que a la
clase política y gobernante, no les importara lo que está sucediendo a la gente
de nuestros pueblos, solo les importa sus vidas, y cuanto puedan robarse.
Esa es la realidad, que estamos viviendo y
nos hacen ver la clase política gobernante, que es una clonación de la clase política
del pasado; ese pasado nefasto, que nos ha gobernado, nuestras sociedades y nuestros
países.
Que no quieren, que conozca las nuevas
generaciones, y quieren que pensemos, lo que estamos viviendo es algo nuevo y
nunca ha sucedido en el pasado.
Pretendiendo esconder las grandes fortunas
amasadas por los gobernantes del pasado, que sus herederos no saben explicar;
como obtuvieron: callan o se esconden, tras cómplices, que bien remunerados los
defienden e inclusive, se victimizan y pretenden aparecer como defensores de
los pobres y combatientes de la lucha contra la corrupción.
El juzgamiento de la historia, no existe,
mientras los escribanos, se convierten en mercaderes de las letras y la verdad;
escondiendo a los grandes atracadores de los bienes públicos, y en muchos de
los casos los Hacen aparecer: Santos salvadores de la sociedad y la nación.
Nemo Domínguez Mejía
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