Vivimos una doble vida; con triple personalidad, y donde todo es a medias: desde la vida que vivimos, hasta las mismas mentiras y traiciones; todo por robarle al pueblo.
Vengo de nacer de un pequeño pueblo, de una
época; donde el respeto al cumplimiento de la palabra dicha, y cuidar lo ajeno;
era una norma de vida; donde se jugaba: el honor y la vida.
Su incumplimiento, era propio de aquel,
vago que vivía robando al campesino: la cabeza de ganado, el chancho, la gallina, o unas mazorcas
de maíz, en época de cosechas, unos huevos del gallinero de su nido.
Quienes hacen política, no era cosa de
cualquiera; desde el señor cura, las monjas, y la gente más honrada se reunía
en grandes asambleas los domingos, con presencia de toda la gente del pueblo, y
de una manera democrática, que poco o nada se conocía su significado de
democracia.
Solo sabían que debían nombrar sus
representantes para que rijan el destino de su pueblo, el tiempo que acordaran
las asambleas generales.
No ganaban sueldos, ni comisiones, ni había
coimas que recibieran por las obras que realizaban; todas las obras del pueblo,
que lo ejecutaban, era con el aporte de todos los beneficiados; unos ponían dinero,
otros con trabajo, otros materiales, sino tenían que dar, aportan con callar
y no criticar, los charlatanes que siempre los hay y los ha habido siempre, en
todas las épocas desde que apareció la humanidad.
Cuando llegue a la capital, hace muchos
años, con un saquillo, cargado en mi espalda: dos trapos que tenía, papáchinas,
machica, una panela, una racima de plátano con eso tenía que sobrevivir,
mientras encuentro trabajo, comience clases; porque me enviaron a estudiar.
Igual que los maestros de mi escuela de mi
pueblo, aquí en la ciudad, lo primero que le enseñaban es: a saludar y respetar
a los mayores, como a las mujeres, cualquier sea su edad, cuidado se pierda
algo en el colegio; porque todos pagan con servicios especiales, muchos
ejercicios físicos y palo, hasta que aparezca.
Qué tiempos aquellos, hoy, se los llama,
intentos de asesinato, las sanciones van; desde la cancelación de sus puestos,
hasta la cárcel.
Ahí tenemos una nueva sociedad moderna; con
gobernantes: unos truhanes, incapaces y corruptos, unos colaboradores, que
responden a mafias organizadas, jueces incapaces y corruptos, haciendo
justicia, unos candidatos a las máximas dignidades del país, con sus grandes excepciones:
capaces y honestos, que casi pasan por desapercibidos; porque en la mayoría eligen
a ex convictos, o vividores caza fortunas.
Este es el país, y la sociedad; donde la
verdad, todo es a medias; desde las mentiras, hasta nuestros mismos gobernantes
que elige el pueblo.
Qué esperamos del futuro, los cambios no
vienen de los gobernantes, ellos están tan pendientes de los grandes contratos
y asegurar, el bienestar económico de unas cuantas generaciones y huir con
cuanto más pueda llevar y firmar acuerdos que le garanticen la impunidad, con
el nuevo gobierno.
Esa es la verdad que vivimos hoy en día,
todo a medias y permisible a sus autores y cómplices, los declaran perseguidos políticos
por algún santo.
Nemo
Domínguez Mejía.
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