Vivimos en un país de gobernantes de mentes, rostros y bolsillos: humanista y capitalista; el pueblo con sentimientos socialista; donde comparten la discriminación y la pobreza, entre los del pueblo.
Mientras la clase política; con fraude, o
sin fraude, se hacen del poder político; se apoderan de las riquezas del
estado, y compran títulos de oligarcas; vendiendo el alma a la corrupción y la
dignidad, a las bandas delincuenciales.
Se visten de señores; con ropa de marca
importada, elaborada por las manos de obreros explotados; se hacen de mansiones,
carros de lujo, se dan el placer de tener una servidumbre, al mismo pueblo que desprecian.
A ellos, los juzgan de ser los responsables
de sus propias desgracias; cuando con su voto, en los días de elecciones, los
eligen que los gobiernen; no hay más cruel mentira; porque los elegimos para
que con sabiduría y paciencia, resuelvan los problemas: delincuencia, salud,
trabajo, educación; más ellos, nuestros elegidos, se dedican a robar y
despilfarrar: escandalosas fiestas, con artistas importados, viajes, negociados, y joyas costosas.
Se endeudan a nombre del pueblo; para que
pague el pueblo; con un sueldo de presidente, se hacen accionistas de empresas
petroleras, accionistas de bancos y financieras, que raro; tienen la desfachatez
de ir a invertir lo que roban, en los países ricos.
Unos que gobiernan, en sus discurso y
declaraciones frente a la prensa; critican a los capitalistas, hasta dicen
odiarlos; porque son explotadores, ellos, nuestros gobernantes, sin embargo; viajan
a esos países de vacaciones; donde se divierten y hacen las inversiones, y
esconden lo robado en los paraísos fiscales.
Los empresarios políticos, y gobernantes;
enseñan odiar al capitalismo, al pueblo; el pueblo para sobrevivir la pobreza,
hace siglos practica el socialismo: comparten el fuego, con que encienden la cocina
para cocinar los alimentos, comparten la sal, la cebolla; hace siglos, vienen
construyendo sus humildes moradas a base de mingas comunitarias: unos ponen el bloque,
otro el cemento, otro la arena, otro la mano de obra.
Mientras los señores gobernantes, que de
señores no tienen nada; porque en poco tiempo, les vemos saliendo del país;
dejando atrás unos cuantos muertos, que los asesinaron por salir a reclamar sus
derechos; otros caminan con grilletes, que ahora los ponen, porque no hay un sitio
en las cárceles del país, por tanto ladrón que le roba al pueblo; estos señoritos
les ha dado por llamar: los grilletes de la dignidad, que al escuchar, el
mendigo de la calle, que se muere de hambre… se ríe, agarrado la barriga… y
repite - dignidad… termina llorando de rabia, por tanta injusticia e impunidad.
Nemo Domínguez Mejía.
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