En épocas de elecciones; debería servir para unir los lasos de amistad, fraternidad; entre amigos, y desconocidos, que tenemos afinidades: en la pobreza, y marginación.
Ponernos a discutir las causas de las
desigualdades económicas, y sociales, en un rico país; donde la corrupción institucionalizada,
se legalizan; los atracos, y los procesos de elecciones fraudulentas.
Claro, sucede lo contrario; las familias se
dividen, los amigos se distancian, defendiendo intereses: políticos y económicos,
que nada tiene que ver, con nuestro pueblo.
Luchamos, nos enfrentamos, hasta nos
volvemos enemigos; entre familiares y viejos amigos, por defender a los creptòcratas,
que nos gobiernan y quieren seguir gobernándonos.
Con la complicidad y la burda; enfermiza
clase política, que nos ha gobernado las últimas décadas, en Latinoamérica, nos
han llevado a nuestros países, a la mayor crisis de corrupción, y de
ingobernabilidad; jamás vivida, en toda la vida republicana.
Donde pagan las culpas de los creptòcratas;
miles, millones de niños que están muriendo de hambre, o crecen sufriendo desnutrición;
jóvenes, sin oportunidad de alcanzar una educación adecuada, y un trabajo;
adultos, que tempranamente los jubilan, y los lanzan a la mendicidad; ancianos,
muriendo de hambre y enfermedad en el abandono.
La lucha política, si deberíamos llamarlo así;
avezados aventureros caza fortunas, no explorando tierras desconocidas; sino
asaltando bancos, secuestrando a ricos empresario, o asaltando bancos; eso lo miraron
demasiado peligroso; cambiando por el
negocio de la política; formaron partidos o movimientos políticos; utilizando artimañas
propias de las mafias, y ampones de poca monta.
Aquí, estamos los ciudadanos del pueblo:
unos pelando por defender a sus creptòcratas, que posiblemente serán sus
gobernantes; otros indiferentes, esperando un milagro; otros, desde sus Clubs
privados, hacen apuestas, quien gane; al final, saben que nada va cambiar;
porque ellos son los dueños del poder político y la voluntad de la vida de los pobres
de estos pequeños y ricos países: con minas de metales preciosos, ríos, lagos,
mares, océanos e islas de fantasía.
Mientras los ciudadanos, no conozcamos, que
la soberanía de los gobernantes y del
estado; esta en el pueblo; y no en la arrogancia, prepotencia de los creptòcratas
de turno.
Seguiremos viviendo así; como estamos
viviendo: en un rico país, en medio de bandoleros; como pordioseros, esperando malas
noticias.
Nemo
Domínguez Mejía
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