Los eufemismos de la vida, un humilde trabajador y de paz, se ve envuelto en medio de una revuelta de dos bandos: unos que gritan… fuera gobierno ladrón, criminal, y el otro bando; compuesto por la fuerza pública, el ejército y los que defienden al gobierno. Disparan balas de plástico, que pega en la humanidad de los manifestantes.
Se enfrentan en el histórico parque. “El Elegido”,
todos corren gritando, nadie entiende lo que está sucediendo, a todos nos
cogieron desprevenidos; como diría mi amigo y vecino: Ranulfo, nos cogieron con
los pantalones abajo.
El humo de los gases y de la quema de las llantas,
enceguece y asfixia a los aguerridos combatientes de las buenas causas, que se
ven involucrados, sin saber, ¡por que! en medio de una bronca ajena; como diría
un pensador, crítico y filósofo, de la política de barrio; les cogió, con los
pantalones abajo.
Mientras los comentarios no se dejan
esperar de la gente: en los mercados, tiendas, en las canchas de fútbol, bares
y cantinas; este gobierno, si, deberían darle el premio. “Nobel”, por inoperante y ladrón, o deberían darle la
estatuilla, que dan a los mejores artistas: al mejor disimulador, y traidor;
dicen los que se sienten perjudicados por este gobierno.
Don, Camilo, nada de lo que está sucediendo
entiende, en su carrera por salvar la vida, le llego una
bala perdida en la cabeza; sangra y sigue corriendo, por fin logra salir de la
trifulca, y llega a un lugar tranquilo; donde están los mirones, y la prensa
con sus cámaras, que desde un principio le enfocaron.
Cuando llego, todos le aplaudieron, la
prensa lo rodeo, los para médicos corrieron, a darle los primeros auxilios, un
muy conocidos entrevistador de la televisión privada, se mira en un espejo, se
arregla la corbata, la maquilladora, le peina, y unos polvitos en la nariz y la
frente, listo.
Se hacer, con el camarógrafo, se ubica
buscando el mejor ángulo.
Comienza la entrevista: diciendo el
entrevistador, usted es un verdadero mártir del pueblo: Que fue lo que le conmovió para rebelarse contra este
gobierno; la gente que le rodeo, le aplaudía, le felicitaba, que fuera precisamente
un hombre humilde del pueblo, que se haya atrevido desafiar a este tirano,
corrupto gobierno.
No dijo una sola palabra, llegó la fuerza pública,
se abrieron paso entre la gente empujado con sus escudos, lo agarraron, a Don.
Camilo lo subieron al balde de la policía, lo llevaron con rumbo desconocido.
Decía en los titulares de la prensa libre, primera página.
“Cae preso hombre del pueblo”…
Nemo
Domínguez Mejía.
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