domingo, 31 de enero de 2021

PALABRA

¡Qué bien!, que hable alguien, que alguien diga palabras, y escuchen, no siempre es así; hablan y hablan, todos hablan, finalmente se van, o no entendieron, en muchas de las veces: unos quedan satisfechos, otros tristes, los últimos que salieron; critican, y dicen que no volverán.

Mientras alguien habla, escuche muy atentamente, no importa que no entienda, ¡escuche! No muy distantes otros pasan, no escuchan y a muchos de ellos, no les importan lo que puedan están hablando.

La vida siempre, será como es: unas veces blanco y negro; otras veces como nos gustaría que fuera; como es la vida, de esas muy pocas veces, recordamos a los hablantes, pero si, alguna palabra que nos molestó, o nos hizo sentir felices y hasta nos reímos.

Como extrañamos a los que hablan, cuando estamos solos, y nos ponemos a  recordar cada palabra que hablaron, y vamos repitiendo como que queremos aprender hablar como ellos: recordando cada gesto y cada detalle: recuerdo esos silencios, a estas alturas de la vida, no me importa lo que hablaron; ellos nos entretuvieron, y por momentos nos hicieron sentir felices, otras veces nos hicieron recordar, hasta nos sacaron de nuestras compostura de hombres tolerantes, pacientes, y nos hicieron enojar.

Pasan los años, nos sentamos en la mesa, en mucho de los casos: solos  con una tasa de café, si todavía podemos tomar un café; nos ponemos a mirar la pared, y recordamos las palabras de los amigos que se fueron, o se han muerto, y sonreímos, movemos la cabeza; como dándole razón de todo lo que dijeron.

Qué tiempos aquellos, por todo nos enojábamos, más aún, si no querían aceptar nuestras palabras, al fin y acabó, que podrían haber esperado de mí, un completo ignorante, en aquellos tiempos vanidosos y habladores, queríamos a todos sorprender, nunca pude, siempre terminaba la posible buena relación de un buen amigo, o alguien que le gustaba escuchar que hablara.

Han pasado los años, miren ustedes, allí, en esos mismos lugares, otros se siguen reuniendo, diciendo palabras; parece que fuéramos nosotros los mismos, jóvenes viejos, que decimos palabras, hasta el cansancio y fastidio de muchos, al final de la reunión, alguien termina sin decir una sola palabra.

Ellos, son los critican, con justa razón; como no les dejamos hablar, quedan para criticarnos hasta el cansancio.

Palabras, siempre palabras, que se dicen y no se resuelve nada; para que alguien llegue, y ocupe nuestro lugar y continúe hablando, palabras.

Nemo Domínguez Mejía


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