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lunes, 8 de febrero de 2021

EL PUEBLO HUMILLA

 Una vez más, a la clase política: arrogante e indolente, en las urnas, con su voto.

Que no quiere entender, en su silencio y pobreza; el hambre de justicia acumulada en la memoria del pueblo por siglos, nunca llega a su final,  la lucha por su sobrevivencia, va más allá de sus creencias: políticas o religiosas.

No puede ser justo, que tengamos que vivir siempre, como eternos perdedores, y nos piden sacrificios; cuando la clase gobernante roba, y el pueblo tenga que pagar, vía nuevos impuestos; encareciendo el costo de vida, y paren más pobres, que condenan: al hambre, miseria y muerte.

Nada va cambiar, y puede cambiar; unas elecciones por elegir nuevos gobernantes; mientras no cambiemos y mejoremos: la educación, alimentemos a nuestros niños, y garanticemos una salud de calidad a nuestro pueblo.

Estamos listos, para producir mayor riqueza, y competir con el mundo, creer, que gobernando para unos pocos, sacrificando a millones y condenando a la miseria, estamos haciendo patria, están equivocados.

En el fondo, quienes nos vienen gobernando, más parecen que tienen, el   mismos, “ADN”, y han sido clonados.

Al final de sus reinados; cuando se ven que sus intereses, están siendo amenazados, es bueno mirarlos; con la desesperación, y angustia, porque se creen, que nacieron destinados para gobernarnos; cuando les vemos; como se bajan de sus nubes rosadas, vuelven cargados de alimentos, medicinas, ropa usada, y dólares, a ofrecernos por nuestro voto, y una vez más muchos venden sus conciencias; claro estos amigos nunca nos dijeron; dónde sacaron tanta miseria, para venir a ofrecernos.

Aquellos que se creen grandes e inalcanzables; cuando están enancados sobre el poder del estado; verlos caminando en las campañas electorales; tan pequeños: inocentes e inofensivos; quien creería que son tan malvados de mandar a matar; cuando el pueblo sale a reclamar en las calles, las injusticias que están cometiendo.

Futuros gobernantes, el pueblo no quiere limosnas; robadas de las  ofrendas, dadas por su pueblo devoto a su iglesia, y a ustedes, señor Estado, vía impuestos, por darnos tanta paciencia y aguantarles; tanta barbaridades  que nos hacen  y todavía seguimos vivos.

¡Díganos! ¡Como el hambre, las enfermedades y la pobreza, vamos acabar! Si creando trabajo, o con limosnas; para darlos: el voto.

Nemo Domínguez Mejía

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