viernes, 12 de marzo de 2021

POBREZA

 Miguel, es un amigo que le conozco; desde unos,  50 años; tiene 10 hijos; toda su vida trabajó honradamente: 18:00 horas al día, 7 días la semana.

Fortunato, es un funcionario público, en tercera generación; su vice abuelo, fue un respetado conserje de uno de los ministerios del gobierno, en los años cuarenta  del milenio pasado; para jubilarse pidió a su jefe le dé, una pega en la pagaduría del ministerio de petróleos, a su hijo, más listo; donde aprendió, el arte de callar y repartir los excedentes de las coimas de las empresas petroleras, que los dejara, en su cajón de su escritorio, en un sobre manila a reventar; para que los repartir entre sus colegas de oficina.

Al pasar el tiempo, se convirtió en un próspero banquero, accionista de las empresas mineras, y socio de los contrabandistas: con puertos marítimos privados y aeropuertos.

Dicen que es unos de los hombres más ricos del continente, en las campañas electorales y navidades; reparte a los hijos de los pobres: caramelos,   ropa usada.

En este largo recorrido por los caminos de la vida, tuve el honor de conocer a Romualdo, es un ciudadano del mundo; cuenta sobre los países, que ha recorrido; visitando y teniendo muchas aventuras amorosos.

Entre esos viajes, se ha cruzado, con expresidentes de nuestro país: ministros, expresidentes de los consejos electorales, y muchos de ellos, buscados por la justicia, por ladrones de los dineros del erario nacional.

Cuenta que dicen ser perseguidos políticos, y están esperando prescriba los juicios para volver, y lanzarse: Alcaldes, presidentes de la república, o volver algún ministerio.

Estos son los que hablan de honradez, acusan a la gente del pueblo: vagos, y dicen que todos los males que le sucede, es nuestra propia culpa; nos acusan de ser unos pendejos; pendejos, quizá tengan razón; pero no: delincuentes, narcotraficantes, contrabandistas, nos echan la responsabilidad de todos los males que le pasa a los gobiernos y el pueblo.

Pasando por la vereda de CNE, aparece mi amigo, Fausto, le noto muy preocupado, y le preguntó, qué le pasaba, que le veo pálido su rostro y sus manos hechas puño, temblaba.

Y, ahora, carajo, por quien votaremos: uno ofrece llevarnos al infierno, el otro mandarnos al purgatorio.

Bueno mi viejo y calvo amigo: Fausto; no tenemos mucho que escoger: unos nos ofrece mandarnos al purgatorio, y el otro de cajón al infierno.

Lo mejor es preguntarle:

¿Qué va hacer para darnos trabajo…?

¡Si va gobernar con los mismos, que han robado en todos los gobiernos!

¡Si recaudará los dineros y los pondrá tras rejas de las prisiones estatales, a la sarta de ladrones, que roban al pueblo Ecuatoriano…!

Nemo Domínguez Mejía

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