Que históricamente, organizan: sindicalistas, los que controlan las juntas de aguas del campo, ambientalistas, jubilados, desocupados de la plaza grande, y los que se paran en las esquinas de las avenidas de la ciudad.
Por lo general, terminan en una cena, o bebiendo una copa de whisky, en
el salón amarillo del palacio de Carondelet, con el presidente, algún ministro
que les acepta todas sus demandas, hasta que les pasa el susto.
Hasta allí, todo es normal, no ha pasado nada, los celulares no han
dejado de timbrar de los dirigente; desde algún lugar distante del país, en
buen recaudo, los verdaderos jefes (un bigotudo, un jefe guerrero con plumas,
un calvo), imparten las verdaderas órdenes, quizá, ellos son los que financiaron
las movilizaciones, y planificaron todo el relajo que se vive en las calles.
Las demandas, son muy distantes a los manifestantes, bien intencionados
con el pueblo, que no tienen trabajo, la delincuencia es imparables, los
maestros, médicos, enfermeras, es justo reclamen estabilidad en sus trabajos,
mejores salarios, control en el precio de los combustibles y los alimentos.
Ellos que pusieron los dineros para las movilizaciones: transporte, pan
con mortadela, un plátano, aguas, pancartas; sus exigencias e intereses son muy
distintos a los de los manifestantes.
Piden amnistía para los ladrones de los fondos públicos, retorno de los
jefes mafiosos: narcotraficantes, contrabandistas de combustibles, control de
las aduanas, olvido de los miles de millones dólares que se robaron, y para
completar, ellos nombran a los fiscales y nuevos jueces.
Que se encargaran; desde las cortes y juzgados de justicia, arreglar
los juicios y sentencias y declararlos inocentes, e inclusive que los demanden
al estado pidiendo indemnizaciones millonarias en las cortes internacionales.
En corto tiempo, vemos en las calles y avenidas de la ciudad; limosinas
negras con motos de la policía, que los protege, con dirección a los medios de comunicación,
haciendo filas; para las entrevistas; declarándose perseguidos políticos, y
todo cuanto les comprobaron las anteriores autoridades, no fueron más que
intrigas de mala fe, que los hicieron por desprestigiarlos, sus enemigos.
Mientras tanto avanza el país, en medio de un laberinto, hacia su
desprestigio y destrucción de sus instituciones, la gente honorable, buena,
solo mira muy distante; como desmantelan lo poco que van dejando los
gobernantes que se van.
En la Asamblea Nacional, parece de chiste, se pasan discutiendo tonterías;
como a quien van le destituir de su cargo:
¡Qué pasa las leyes de la tabla de consumo de drogas, que tanto mal ha
hecho a nuestra niñez y Juventud!
¡Qué pasa con la ley de incautación de los bienes, y los miles de millones
de dólares, que se robaron al pueblo, hasta cuando tenemos que esperar que
recauden!
Cuando aprueban leyes que nos devuelvan el orden y la paz a los ciudadanos,
que la delincuencia nos están matando en las calles, y nuestros hogares.
No podemos salir a las calles, en marchas de protestas; porque mataron algún
familiar nuestro, o a pedir justica, mientras un juez, permite que los
delincuentes salgan libres de las cárceles a seguir asesinando inocentes, y por
las calles, sigan desfilando los ataúdes, con dirección a los cementerios.
NEMO DOMINGUEZ MEJIA
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